Bob Dylan Aparece en un comercial de Victorias Secret

Aquellos que siguen de cerca la historia del rocanrol están familiarizados con el concepto de venderse (“sell out”), o rendirse ante la seducción del mundo publicitario. El concepto es el siguiente: en la música rock, donde se tiende a valorar la rebeldía y la crítica al sistema (al menos en teoría), usualmente se ve con malos ojos que un artista se aleje de sus raíces independientes en favor de un contrato jugoso con una casa disquera. Esto es así especialmente cuando el artista es de vanguardia o portavoz del “underground” de algún subgénero. Sin embargo, la realidad es que hoy en día es mucho menor la crítica que recibe un artista por firmar un contrato millonario; hay una cantidad de bandas que han hecho esto y han logrado mantener su respeto más o menos intacto ante todos excepto los fanáticos más recalcitrantes.

Interesantemente, sin embargo, todavía se genera gran resentimiento cuando un artista vende su música para usarse en campañas publicitarias de radio o televisión. Supongo que el contrato disquero se tolera, pero asociar la música con un automóvil o ropa interior es para muchos la gota que colma la copa. Pero inclusive esto está cambiando, y tristemente la venta de música a las casas publicitarias es hoy práctica común. ¿Finalmente se ha vuelto anticuado el concepto de “venderse”?

Quizás para una prueba sólo hace falta echar un vistazo al sitio web songtitle.info, que mantiene una lista extensa de música pop que ha sido usada en anuncios de radio y televisión. Esta lista es larga, sorprendente y llena de artistas que usted nunca pensó que se iban a “vender”. Desde Bob Dylan cantando para Victoria’s Secret hasta la música de The Clash en anuncios de Jaguar, esta lista parece la verdadera evidencia de que nos acercamos al final de los tiempos.

Claro, algunos artistas no tienen la culpa de aparecer aquí. Jimi Hendrix probablemente nunca imaginó los millones de dólares que su familia generaría vendiendo su catálogo musical para todo tipo de comerciales, desde autos Pontiac hasta Pepsi, y que a pesar de todo este dinero nunca se dignaron a terminarle la tumba. Paul Mccartney tampoco imaginó que Michael Jackson, que en 1985 compró los derechos de una gran cantidad de canciones de los Beatles, se atrevería a venderle “Revolution” a Nike para un comercial, pero así sucedió (olviden por un momento que Mccartney recientemente ha salido en comerciales para Fidelity Investments). John Fogerty de Creedence Clearwater Revival jamás pensó ver el día que su canción “Fortunate Son” (una canción de protesta en contra de la guerra de Vietnam) apareciera en un comercial de mahones Wrangler donde se resalta el patriotismo americano, sacando la canción completamente fuera de contexto.

Pero estas son las excepciones. La mayoría de los artistas en la lista han vendido su música en plena conciencia. Los Rolling Stones, por ejemplo, recibieron fuertes críticas cuando en 1995 le permitieron a Microsoft usar la canción “Start Me Up” a cambio de una suma millonaria. U2 lleva tiempo haciendo anuncios y promociones junto a Apple. “Blitzkrieg Bop” de los Ramones ha aparecido en anuncios de Nissan y Diet Pepsi. Led Zeppelin le vendió “Rock n’Roll” a la Cadillac. Las canciones de Aerosmith han aparecido en anuncios de Dodge. Como ven, tal parece que “venderse” ha perdido el estigma de antaño; ya no es el acto despreciable que antes era.

Algunos artistas de rock clásico explican que esta es la única forma de obtener exposición ante una industria radial que poco a poco los va ignorando. En el 2000, cuando la radio rechazó el sencillo “Desert Rose” de Sting, el artista hizo un trato con Jaguar para que utilizaran la canción en sus anuncios. Como resultado, “Desert Rose” se convirtió en uno de los mayores éxitos de Sting. Robert Plant de Led Zeppelin citó razones similares para cederle su música a Cadillac. Por la misma razón, Ray Manzarek de The Doors ha querido por años que la música de Jim Morrison y compañía aparezca en comerciales (no es sorprendente cuando le ofrecen más de un millón de dólares por campaña), pero gracias a John Densmore esto no ha sucedido todavía. Depende de a quién usted le pregunte éstas pueden ser viles excusas o argumentos muy válidos, pero no hay duda que varios millones convencen a muchos.

Y por supuesto, están los artistas que se niegan a asociar su música con publicidad alguna. En su artículo Selling Records or Selling Out?, Bill Flanagan comenta:

“Tom Petty, John Fogerty, Bruce Springsteen y Elvis Costello han rechazado todo tipo de ofertas gigantes para que sus canciones aparezcan en comerciales. Neil Young inclusive escribió una canción titulada “This Note’s for You” que se mofaba de los músicos que se vendían.

Tom Waits fue aún más allá: él ha demandado exitosamente a agencias publicitarias que han utilizado gente que suena como él. Ha generado buen dinero de esos acuerdos legales y ha sentado precedente jurídico en esta área. Waits toma su trabajo muy en serio.”

Toda esta discusión puede parecerle extraña a los que han crecido con música más pop, donde hay mucha menos resistencia a la publicidad. El rap, por su parte, nunca ha sufrido de estos “conflictos emocionales”, y los artistas de este género han abrazado las marcas y los productos como una forma de presentar su estilo de vida “posh”. Pero aún en estos géneros existe el desgaste por sobreexposición publicitaria. Los Black Eyed Peas, por ejemplo, han aparecido en tantos anuncios y promociones (Best Buy, Honda, Apple, la NBA, videojuegos, TV, celulares, los Grammys, los Emmys, el Superbowl) que ya están en riesgo de perder cualquier credibilidad musical que pudieron tener en algún momento; muchos (incluyendo este servidor) piensan que ya estó les ocurrió.

En un próximo artículo nos divertiremos un poco con algunos ejemplos de cómo las agencias publicitarias tienen que sanitizar las canciones para hacerlas aptas para la radio y la televisión. Los resultados a menudo rayan en lo ridículo.