Mapa de la Internet

En su blog Tinta Digital, Eugenio Martínez ha escrito una serie de tres artículos fascinantes sobre la fotografía tradicional versus la fotografía digital (La Defensa de la Fotografía Tradicional, La Defensa de la Fotografía Digital y Fotografía y Contexto Digital) . Aunque los artículos y reacciones al principio giraban en torno a los aspectos técnicos de ambas vertientes de la fotografía, pronto la discusión fue ampliándose a asuntos sociales mayores. Citando del tercer artículo:

Como comenté anteriormente, frecuentemente analizamos temas como estos como si fueran aislados, y no parte de una condición social mucho más grande y abarcadora. Paula Freire llamaba a esto una visión focalista de los problemas, que obvia la dimensión de una totalidad.

En la fotografía, con la llegada del método digital, está pasando lo mismo que pasó con el correo con la llegada del e-mail, y que está pasando con en el periodismo con la llegada del periodismo online y sus variantes ciudadanas, con el mercado de las enciclopedias con la llegada de portales como Wikipedia, con el cine con la llegada de las cámaras digitales, y lo mismo que va a pasar con la radio con la eventual popularización del podcasting.

Si se fijan bien, todos los ejemplos que da Eugenio de Tecnologías Disruptivas están íntimamente relacionados a la Internet. En efecto, el tema central de toda la discusión es que la Internet ha traido una verdadera revolución con efectos sociales más profundos que los que podemos analizar si nos enfocamos sencillamente en aspectos técnicos.

Permítanme, sin embargo, enfocarme nuevamente en asuntos técnicos para tratar de contestar una pregunta que procede de todo esto: ¿Cuál es la razón tecnológica que hace al Internet diferente de otros sistemas de comunicación anteriores, y que trae consigo estos cambios profundos que estamos discutiendo?

Nuestra primera contestación puede ser que el Internet permite la comunicación punto a punto, a diferencia del modelo de difusión masiva (“broadcast”) de la prensa, radio y televisión. Sin embargo, otras redes como la PSTN (la red telefónica tradicional) permiten la comunicación punto a punto y, aunque de por sí han provocado revoluciones, éstas han sido muy diferentes en naturaleza a la de la Internet. Así que ésta no puede ser la única razón.

La verdadera razón es ésta: en la Internet, la “inteligencia” de la red reside en el borde y no en el centro, y me explico. Tomemos el ejemplo de su servicio de teléfono celular (que es parte de la red PSTN). En este sistema telefónico, todos los protocolos de comunicación, equipo físico y funciones (“features”) del servicio vienen dictados por la compañía celular. La compañía es el centro de la red, y el borde (la unidad de mano del cliente) es un dispositivo relativamente “bobo”. Como el protocolo de comunicación (por ejemplo: GSM) viene dictado por la compañía, el cliente está obligado a utilizar un equipo que hable este protocolo y que cumpla con los requisitos de la compañía para funcionar en su red. De la misma forma, el cliente tiene que conformarse con las funciones existentes y no puede añadir o cambiar servicios o aplicaciones específicas. Por ejemplo: si a mí no me gusta cómo funciona el sistema de correo de voz (voice mail) de mi compañía celular tengo dos opciones: no usarlo o cambiarme de proveedor.

En la Internet es diferente. Nada impide que cualquiera pueda crear su propio protocolo para comunicarse a través de la Internet. Mañana puede venir Juan del Pueblo y crear un sistema de comunicación sobre la Internet que incluya voz, texto, vídeo, transmisión de archivos y cualquier otra cosa que se le ocurra. De hecho, esto ocurre frecuentemente. Considere el ejemplo de Skype, un sistema creado por dos programadores que veían limitaciones en los protocolos existentes de Voz sobre IP. Hoy Skype cuenta con más de 30 millones de usuarios. Noten que el usuario no tiene que pedirle permiso a su proveedor de Internet (ISP) para usar Skype, SIP (otro protocolo de Voz sobre IP), FTP (transferencia de archivos), HTTP (Web), SMTP (Email), o cualquier otro protocolo que quiera, por más conocido u oscuro que éste sea. La IANA mantiene una lista bastante extensa de protocolos conocidos en la Internet (¡son muchos!).

Las aplicaciones que hacen uso de estos protocolos también están en total control del cliente. Por ejemplo, nadie me obliga a utilizar Microsoft Outlook en Windows para enviar mi correo electrónico; en vez puedo usar cualquier aplicación en cualquier sistema operativo que funcione con el protocolo SMTP. Y, nuevamente, si entendiera que el protocolo SMTP está limitado en capacidades, siempre puedo escribir y promocionar un protocolo alterno. De paso, en el caso del SMTP y sus problemas de spam, eso es precisamente lo que algunos están proponiendo.

En términos aun más técnicos, este concepto de “inteligencia en el borde” es gracias a la arquitectura de la Internet, que se fundamenta en una serie de “capas” lógicas, también conocidas como el modelo OSI. En este modelo, las primeras capas tienen que ver con la conexión física, y el transporte de paquetes de información de un punto a otro. Hasta ahí llega el trabajo de los proveedores de Internet. Las capas superiores son los protocolos y aplicaciones que he explicado, y el proveedor de Internet es totalmente agnóstico a ellas; el control de estas capas superiores está completamente en el cliente.

Esta arquitectura abierta es la que ha permitido la explosión de servicios innovadores a través de la Internet. Precisamente por esto es que rara vez pasa un día sin que leamos acerca de cómo alguien está utilizando la red de maneras nuevas y emocionantes. Es una verdadera “democracia tecnológica” que abona a la democratización de la innovación que describe Eric Von Hippel y que, por supuesto, da pie a la cultura del productor que discutió Eugenio en sus artículos.