Gulliver

En los pasados meses Microsoft lanzó una versión de prueba del nuevo Internet Explorer (versión 7) al público general. Microsoft se está preparando para el lanzamiento final de este software, que debe ocurrir durante este año. Como mencioné en un artículo anterior titulado ¿Qué de Especial tiene Firefox?, hace más de cinco años que Microsoft no le hacía una actualización a su navegador de Internet, y ahora por presiones de navegadores alternos como Firefox y Opera han decidido lanzar la versión 7, que incluye algunas de las funciones que ya por mucho tiempo existían en la competencia.

La larga espera por una nueva versión de IE es sólo otro ejemplo de algo que cada vez vemos más y más en la línea completa de productos de Microsoft. Ahora se sabe que Windows Vista, el reemplazo del sistema operativo Windows XP, no hará su debut hasta el año que viene. Note que XP salió al mercado en el año 2001. SQL Server 2005, el sistema de base de datos de Microsoft, salió a la venta 5 años después de la última versión, SQL Server 2000. Lo mismo vemos con otros programas tanto de empresa como del hogar. Cinco, tres y hasta dos años son períodos extremadamente largos en el mundo de la informática, y Microsoft, a pesar de que ha querido, no ha podido acelerar sus ciclos de desarrollo de software.

¿Por qué ha sucedido esto? Microsoft, a diferencia de la compañía pequeña que desarrolla uno o dos productos simples, ofrece lo que llamamos un ecosistema de software, un conjunto inmenso de aplicaciones que se pueden integrar unas con otras y funcionan como una sola (al menos en teoría). Desde el sistema operativo hasta la base de datos; desde el procesador de palabras hasta el sistema de colaboración de oficina, por mucho tiempo esto le ha dado a Microsoft una ventaja como el “one-stop-shop” para el mundo corporativo. Pero el problema de este modelo es claro: Todos estos productos se han hecho tan interdependientes que cualquier actualización en uno de ellos, por más pequeña que sea, tiene repercusiones de interoperabilidad en todo el resto de la línea de productos. Hoy Microsoft se mueve lenta y tontamente, como un gigante amarrado por miles de sogas que le impiden caminar.

No hay mejor ejemplo de esto que el mismo Windows. Durante el desarrollo de Vista en el 2004, Jim Allchin, el encargado del desarrollo de Windows, se dio cuenta que si la compañía no modificaba drásticamente su metodología de desarrollo, jamás iban a ser capaces de lanzar la nueva versión de Windows. Durante los siguientes años se dieron a la tarea de reestructurar completamente el proceso de desarrollo, incluyendo botar a la basura todo lo que habían programado hasta el momento y comenzar de nuevo con Vista (un “reset”, en la jerga de la programación de software). Miren este artículo para un excelente recuento de lo que pasó.

Si esto le funcionó internamente a Microsoft es difícil de decir, pero la realidad es que desistieron de incluir una cantidad de funciones que prometían hacer a Vista un sistema revolucionario. En cambio, las mejoras al nuevo sistema son más bien evolucionarias. Y aun así, Vista ha sufrido una cantidad de retrasos, y el más reciente ha provocado una reorganización del liderazgo a cargo de Windows.

Otro problema es que los productos más exitosos de Microsoft están en vías de comoditizarse. Las mejoras que se le han hecho a las últimas tres versiones de Microsoft Office son prácticamente insignificantes para el usuario promedio. En efecto, muchas compañías están totalmente satisfechas utilizando Office 2000 y no sienten una necesidad imperante de actualizar a la última versión. Por otro lado, competidores como OpenOffice demuestran que ya el “Office Suite” no es nada mágico, excitante ni especial (OpenOffice se ofrece gratuitamente).

En el desktop, tal parecería que Windows por ahora no se ve verdaderamente retado por los competidores obvios Apple y Linux. Sin embargo, otros competidores como Google están apostando a un cambio fundamental en el paradigma que ha imperado hasta hoy. En la visión de Google, todos los programas y la información del usuario residirán en el Internet, de manera que éste pueda hacer cualquier cosa y acceder cualquier información personal desde cualquier parte del mundo y desde cualquier dispositivo. ¿Por qué tengo que esperar a llegar a mi oficina a trabajar en un documento que está guardado en mi PC allí? ¿Y por qué sólo puedo abrir el documento si la PC tiene instalado el programa apropiado para abrirlo? Aunque este nuevo paradigma está en pañales, el escenario cada día se ve más viable, y tiene el potencial de hacer a Windows, hasta cierto punto, irrelevante.

En un próximo artículo entraré en más detalle sobre la estrategia de Google para retar a Microsoft y cómo Microsoft está respondiendo al ataque.