Vendedor de Aceite de Culebra

En un artículo anterior sobre la controversia del diseño inteligente hablé un poco de la naturaleza experimental y autocorrectiva de la ciencia. Aclaré que a diferencia de lo que muchos piensan, la ciencia no pretende saberlo todo, sino que por el contrario reconoce que sabe muy poco o casi nada. Es sólo por métodos de experimentación rigurosos y reproducibles que la comunidad científica puede llegar a un consenso sobre cómo funciona algún aspecto de la naturaleza. Lo más importante saber es que cualquier consenso está sujeto a ser desprobado por cualquiera que pueda presentar evidencia convincente y reproducible. Como dije en el artículo, esto pasa muy a menudo; ideas que se creían demasiado radicales muchas veces se comprueban en experimentos u observaciones y por lo tanto se convierten en consenso. En la religión los conceptos y las creencias se dan desde un principio y son invariables, y esta es precisamente la diferencia mayor entre la ciencia y la religión.

El problema de los que argumentan a favor del diseño inteligente es que han tomado la filosofía religiosa de la creación (énfasis en la palabra filosofía) y han intentado esconderla bajo un manto de lenguaje pseudocientífico. El juez federal a cargo de este caso reconoció esta táctica, y decidió que es inconstitucional enseñar el diseño inteligente como si fuera ciencia por el concepto de la separación de iglesia y estado. Esta fue una decisión acertada. Una vez más recalco: la intención no es restringir la enseñanza de alguna religión en particular. Lo único que se quiere es preservar el proceso científico en el salón de ciencia.

La pseudociencia se encuentra en muchas otras áreas de la sociedad, usualmente en situaciones mucho menos controversiales. El Skeptic’s Dictionary tiene una entrada muy completa sobre la pseudociencia, donde da una cantidad de ejemplos interesantes, incluyendo temas tan arraigados como la Astrología, disciplinas desacreditadas como la Craniología o Frenología, terapias de nueva era como la Reflexología, y algunas pseudoreligiones que están muy de moda como la Cienciología (Scientology). El hilo común entre estas prácticas es que utilizan una serie de procesos y lenguaje parecidos a los que típicamente asociamos con la ciencia, pero con unas diferencias fundamentales.

En su excelente libro Why People Believe Weird Things, Michael Shermer hace una lista de elementos que nos pueden ayudar a reconocer pseudociencia cuando la vemos:

  • Énfasis en la evidencia anecdótica. Las anécdotas nunca son evidencia científica, punto. Dice Shermer: “Sin evidencia corroborativa de otras fuentes o evidencia física, diez anécdotas no son mejor que una, y cien anécdotas no son mejor que diez. Las anécdotas las cuentan seres humanos falibles… Las historias de cómo la tía Mary se curó el cáncer mirando películas de los Hermanos Marx o tomando extracto de hígado de pollo castrado no tienen ningún significado… Lo que necesitamos son experimentos controlados. Necesitamos 100 sujetos propiamente diagnosticados con cáncer. Entonces ponemos a 25 de ellos a ver películas de los Hermanos Marx, 25 a ver películas de Hitchcock, 25 a ver las noticias y los otros 25 no ven nada. Entonces deducimos la taza promedio de remisión de este tipo de cáncer y analizamos los resultados… Si hay diferencias estadísticamente significativas, más vale que confirmemos con otros científicos que han hecho sus propios experimentos separados del nuestro antes de hacer una conferencia de prensa anunciando la cura del cáncer.”
  • El lenguaje científico no necesariamente significa ciencia. Ya que la ciencia tiene un cierto aire de autoridad en esta sociedad, aquellos que quieren ganar respeto tratan de “sonar científicos”. Sólo porque un producto se anuncie con términos rebuscados no significa que ha pasado por la experimentación científica adecuada. Considere el caso de la terapia magnética y cómo la están promocionando en Puerto Rico, inclusive con la participación de algunos líderes religiosos.
  • Alegaciones fantásticas. Mientras más extraordinaria sea una alegación, mejor debe ser la evidencia. Considere por ejemplo la terapia de la orina, en la que los participantes toman de su propia orina como método de prevención o tratamiento de enfermedades. Algunos reclaman que la orina sirve para tratar más de 60 enfermedades o condiciones incluyendo el cáncer, SIDA y hasta la resaca luego de una noche de copas (!). Pero la evidencia científica que apoya esta creencia es nula. ¿No cree usted que de haber alguna validez este tipo de tratamiento sería más común entre los doctores tradicionales?
  • La herejía no implica que lo que reclaman es cierto. Sólo porque la iglesia católica condenó a Galileo no significa que cualquiera que propone ideas radicales es un genio sin reconocimiento. Resulta común encontrar proponentes de creencias pseudocientíficas que culpan al gobierno, a la medicina o sencillamente al “sistema” de conspirar en su contra para mantener escondido el “conocimiento revolucionario” que ellos han descubierto. Mucho cuidado con aquellos que alegan cosas como: “la cura milagrosa que los médicos no quieren que usted sepa“.
  • Carga de la prueba (burden of proof). Aquel que hace la alegación extraordinaria es el que tiene el deber de probarle a los expertos y a la comunidad que sus ideas tienen mayor validez que lo que casi el resto de la gente acepta. Esto significa que deben probar la alegación en sus méritos (y desprobar el conocimiento general no implica que automáticamente prueban su punto).
  • Los rumores no implican realidad. A estas alturas ya usted debe saber acerca de la cantidad de leyendas urbanas que se transmiten de persona a persona y a través de la Internet. Estas historias son muy interesantes, pero rara vez son ciertas. Tenga mucho cuidado con las alegaciones que empiezan con cosas como: “Al vecino del tío de mi mamá le ocurrió…”
  • Inexplicado no es lo mismo que inexplicable. Mucha gente piensa que si ellos no pueden explicar un fenómeno, entonces es inexplicable y un verdadero misterio paranormal. Más peligroso resulta cuando se hace el razonamiento de que si los expertos no pueden explicar un fenómeno, entonces es imposible de explicar (esto es parecido a la falacia de Apelar a la Autoridad). Considere la teoría que proponen algunos que, al no poder explicar cómo los egipcios construyeron las pirámides, concluyen que debieron ser construidas por extraterrestres. Ignoran, por supuesto, la cantidad de teorías que existen al respecto, todas infinitamente más simples que la de los extraterrestres.
  • Racionalización de los fracasos. El fracaso de una idea es una de las herramientas más valiosas que tiene la ciencia en la búsqueda de la verdad. Se puede identificar una práctica pseudocientífica cuando sus proponentes racionalizan o ignoran sus fracasos, especialmente cuando los descubren en sus errores. Considere el caso de Uri Geller, un famoso síquico que en varias ocasiones ha sido descubierto como un fraude, incluyendo una famosa aparición en el show de Johnny Carson (vídeo Quicktime). Los seguidores de Geller han ignorado estas alegaciones, y todavía hoy Geller se sigue lucrando de sus supuestos poderes.
  • Razonamiento después del hecho. El hecho de que dos eventos ocurran a la vez o en secuencia no significa que uno causa el otro. Considere el caso de la persona que tomó cartílago de tiburón para tratar su cáncer y varios meses después el cáncer desapareció. ¿Significa esto que el cartílago de tiburón ayuda a curar el cáncer? Difícilmente.
  • Coincidencia. En el mundo de lo paranormal, las coincidencias se ven como algo profundamente significativo, a lo que le llaman sincronicidad. La realidad es que mucha gente tiene un pobre entendimiento de las leyes de probabilidad. Cosidere esto: en un grupo de 50 personas la probabilidad de que dos de ellas cumplan años el mismo día es de 97%. ¿Parece sorprendente, verdad? Pero no lo es. Lo que sucede es que nuestra mente tiende a buscar conexiones entre eventos donde en verdad no existen, y los eventos insólitos o poco probables ocurren constantemente debido a la ley de los números grandes.
  • Representatividad. Un efecto relacionado a nuestro instinto de conectar eventos es que tendemos a olvidar las coincidencias que nos resultan insignificantes y recordamos las que nos resultan más importantes. A esto le llamamos pensamiento selectivo. Esta es una de las técnicas más explotadas por los síquicos que hacen todo tipo de predicciones a principio de año. Estas predicciones tienden a ser generales y bastante seguras, como “veo un desastre natural para Puerto Rico” o “la guerra en Irak continuará”. Luego le hacen publicidad a las predicciones que “pegaron” y obvian las que fallaron, sabiendo que muchos no nos acordamos de todas las predicciones que hicieron. Pues la realidad es que el récord de predicciones acertadas es muy malo. Aquellos que alegan poder hablar con familiares muertos también explotan esta debilidad utilizando la técnica de la lectura en frío (cold reading).

Note que muchos de los ejemplos que doy están relacionados a la salud y la medicina. Desafortunadamente este es un terreno fértil para gente inescrupulosa que se aprovecha de la desesperación de otros. Cada año la gente gasta miles de millones de dólares en “curas milagrosas” que no funcionan. Y usted podría decir: “¿qué importa que estos remedios no funcionen mientras le den esperanza de vida o salud al enfermo?” Importa mucho mientras esas personas abandonen tratamientos que sí funcionan por tomarse un “aceite de culebra” que le vendió un comerciante que le importa poco el dolor ajeno.